
Una maravilla aconteció, hacia el cielo se extendía una serpiente de concreto y subíamos por ella al encuentro de nuestras vidas…, cobardes nunca dijimos nada y pasamos allí mañana tras mañana escuchando cantar el rio y correr los pájaros…, allí aprendimos a saludar sin vergüenza nuestros ojos somnolientos y allí también aprendimos que escapar de todo no nos hacía distintos…; con absoluta porfía ascendíamos y cobardemente callábamos… entonces el cielo se desquitó con nosotros y se produjo el milagro…, cobardes mirando el suelo y fingiendo ser otros vimos nacer el sol en el suelo…
Tanto tiempo ha pasado, tanto…, y aun quiero volver a ver ese sol nacer a tus pies, y con el nosotros, al fin, volar con él.
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